Para algunos de nosotros, una vez extinguido el comunismo, el capitalismo
no es un sueño a realizar, sino una pesadilla realizada en vías de extinción.
Nuestro desafío consiste en desprivatizar al Estado. Estados comprados a precio
de rebajas. Estados que han socializado las pérdidas y privatizado las ganancias.
Las multinacionales y los bancos que nos
rodean son una nave de piratas, cuanto más libres, peor. Nos venden cada vez más
caro y nos compran cada vez más barato. Su capitán, el lobo financiero, nos
presta nuestro propio dinero, nos paga cada vez menos y nos cobra cada vez más.
Vivimos en unos estados enamorados de los
pobres, porque siempre parece que no tienen suficiente cantidad.
Eduardo marchó el 13 de abril de 2015 como un niño perdido en la
intemperie. Por eso, tenemos que volver a empezar, se lo debemos. Paso a paso,
poco a poco, con nuestros propios cuerpos por escudos. Tenemos que descubrir,
crear, imaginar. Tenemos que reivindicar el derecho a soñar. Es preciso soñar,
no debemos permitir que nos prohíban ese derecho.
Se lo debemos a Eduardo.
(Texto adaptado del relato El niño perdido en la intemperie de E. Galeano)