#RegEye
—Maestro, ¿qué es un poema? —Una nube libre al viento. Sān Bï Chù (s.XX)
@jlregojo

- jose luis regojo
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viernes, 1 de agosto de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 39.-La noche y el ascensor

martes, 1 de julio de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 38.-Me gusta el viento
* Relato publicado en la Antología 2024 de Acte Canarias, Ecos del camino

domingo, 1 de junio de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 37.-Un lunes cualquiera

jueves, 1 de mayo de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 36.-Un encuentro inesperado
Desde mi balcón, le di vueltas a la frase que me dijo mi mujer antes de irse a trabajar: «La vida está llena de contrastes, mi amor. De esos que, al principio, parecen carecer de sentido, pero que al final nos regalan combinaciones insólitas». Y tenía razón.
Todo empezó un día en el que, paseando junto a la orilla de la playa de Puntalarga, me encontré con dos elementos que, a primera vista, parecían incompatibles, y que ningún filósofo habría asociado para reflexionar sobre el sentido de la vida: un bombón y el mar, dulce y salado juntos.
Era media tarde y estaba recorriendo, un día más, la ruta del colesterol de Candelaria, es decir, el Paseo Marítimo. Algunos perros, esos habitantes privilegiados de este municipio, correteaban y saltaban entre las piedras de la costa. Mientras los miraba, apoyado en la barandilla del Paseo, descolgaba esas reflexiones que suelo tender entre nubes, en la línea del horizonte donde reposa Gran Canaria. La caricia de la maresía salaba mi rostro, y el aroma del océano me envolvía por completo. Un día más, en ese instante, el tiempo se detenía para que yo pudiese coser con palabras esos retazos de reflexiones al viento.
En esas elucubraciones andaba yo, cuando vi algo que brillaba entre restos de algas que el mar había arrastrado hasta la orilla. La curiosidad me pudo, así que bajé hasta el margen de la playa y me agaché a recogerlo, intrigado por saber qué podía ser: ¿un regalo inesperado?, ¿un mensaje de tierras lejanas? Lo cogí y, al abrirlo, descubrí un bombón de chocolate con una almendra incrustada. «Mi preferido», pensé. «Además, parece intacto».
Miré a mi alrededor para comprobar que no se le hubiera caído a alguien cercano. No había nadie, ni nadie se fijaba en mí. Estaba solo ante el bombón, los dos cara a cara. No sabía qué hacer, ¿me lo comía o no? Porque lo que estaba claro es que no lo iba a llevar a la oficina de ‘Objetos Perdidos’ de la Policía de Candelaria. ¿Qué hacía un bombón en la playa? «Menuda combinación», pensé. «Dulce y salado. Seguro que el cocinero Ferran Adrià se inventaría un postre».
La tentación, he de reconocerlo, era muy fuerte. El aroma del chocolate con almendra era superior a mí. Me lo acerqué a la nariz, después a los labios. Cerré los ojos y dejé que el sabor del cacao de una minúscula porción del bombón inundara mi boca. Lo que sucedió a continuación fue inesperado: mientras el dulzor del bombón se derretía en mi lengua, quedé extasiado. El sabor de la sal del mar, que aún permanecía en mis labios, se mezcló con el chocolate, creando una mezcla explosiva de contrastes. Era como si lo dulce y lo salado hubieran decidido unirse en un baile lujurioso, provocando una sensación totalmente nueva para mí.
El bombón, con su dulzura, se combinaba con la sal del mar de una forma que jamás me habría imaginado. La sal realzaba el sabor del chocolate y lo transformaba en algo completamente nuevo. Cada pequeño bocado aumentaba mi excitación, me erizaba el vello de la piel. No lo puedo expresar con palabras. «Como en ciertos momentos íntimos de la vida», pensé.
Me quedé ahí, medio estirado en la orilla, viendo cómo las olas iban y venían. Me sentía como si hubiese alcanzado un orgasmo en la orilla del mar. Cuando finalmente me calmé, no pude evitar sonreír al pensar en la ironía de la vida. A veces, las cosas más inesperadas, como un bombón en la orilla del mar, pueden ofrecer un placer indescriptible. Destendí una de mis reflexiones y aprendí que esa experiencia la podía extrapolar a la vida, porque no hay combinación imposible, solo hace falta encontrar el momento adecuado para que todo encaje.
La entrada anterior: El espantoso silencio de la gente buena

martes, 1 de abril de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 35.- El espantoso silencio de la gente buena*

viernes, 7 de marzo de 2025
Indiferencia*
Cuando asesinaron a los palestinos,
guardé silencio,
porque no era palestino.
Cuando encarcelaron a los transexuales,
callé,
porque no era transexual.
Cuando persiguieron a los refugiados,
no dije nada,
porque no era refugiado.
Cuando vinieron a por los activistas,
no reclamé,
porque la Ley Mordaza no era para mí.
Cuando expulsaron a los migrantes,
no me quejé,
porque no era uno de ellos.
Cuando silenciaron a los periodistas,
no alcé mi voz,
porque no era periodista.
Cuando borraron a las mujeres,
no me di cuenta,
porque yo estaba entre hombres.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar

sábado, 1 de marzo de 2025
Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 34.- Sobre la gordura
El artículo de este mes podría ser la continuación de un par de artículos que publiqué hace unos meses. Allí, hablé de los culos, a continuación de los ombligos, hasta llegar al artículo de hoy, sobre la gordura.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso configuran una epidemia y suelen ser el resultado de un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías gastadas, caracterizándose por la acumulación anormal o excesiva de grasa en el cuerpo humano. Por ese motivo, cada 4 de marzo se celebra en todo el mundo el «Día Mundial contra la Obesidad». En algunas partes también se celebra el 11 de octubre, para prevenir y revertir estas dolencias que afectan a la mitad de la población en todo el mundo.
Según el filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío Walter Benjamin, en su obra Calle de dirección única, “en verano llaman la atención los gordos, en invierno los delgados …”. Esta es una afirmación muy peninsular, porque si fuera verídica, ¿quién llamaría la atención en el sur de Tenerife?, ¿solo los gordos? ¿Los delgados solo serían tenidos en cuenta en La Orotava y otras poblaciones del norte de la isla, mientras que serían ignorados en Los Cristianos, por ejemplo? Vaya usted a saber, si el filósofo estaba viendo aquella serie de televisión de principios del siglo XX llamada El Gordo y el Flaco.
Por otro lado, en el año 2015, surgió un grupo inglés que se autodenominaba Overweight Haters (Odiadores de gordos) que repartía tarjetas en el metro londinense a las personas obesas en las que se podían leer frases como: «Nuestra organización odia y detesta a la gente gorda. Nos oponemos a la cantidad de recursos alimenticios que consumís mientras la mitad del mundo muere de hambre. (...) No es una cuestión glandular, es glotonería. Eres un ser humano gordo y feo». Para contrarrestar esa campaña, surgió la plataforma Stop Gordofobia, un colectivo «crítico con los cánones de belleza establecidos», que durante nueve años recibió cientos de testimonios de personas gordas de todo el mundo relatando el rechazo que habían sufrido.
Recibir una carta anónima insultante en el metro es un ejemplo quizá extremo, pero real. Tan real que Navabi, una empresa de moda de tallas grandes, decidió comprar el dominio overweighthaters.com para evitar que este grupo clandestino lo hiciera suyo y así ayudar a acabar con la estigmatización de las personas obesas.
Sobre lo políticamente correcto
Entonces, ¿es políticamente correcto hablar de grueso, rollizo, obeso, hinchado, rechoncho, regordete, orondo, abultado, corpulento, fuerte, grande, robusto, voluminoso, o gordo? Realmente, hoy en día es difícil referirse a una persona obesa, si estamos bajo el yugo de lo políticamente correcto. En este sentido, el lingüista Ángel López García-Molins, refiriéndose a lo que él denomina “la desgracia social de estar gordo” afirma que, en aplicación del lenguaje políticamente correcto, “una mujer no está gorda, sino horizontalmente desarrollada y un hombre con barriga es un ciudadano de patrón circunférico”.*
Sin embargo, todos sabemos, o deberíamos saber, que las modas cambian con el tiempo, y cada época tiene la suya, a cual más estúpida, por supuesto. Todo en aras de consumir más, ya sea a base de seguir dietas-milagro, comprar cremas reductoras, pagar operaciones en centros de liposucción, etc., pero, siempre hay un denominador común, lo que menos interesa es la salud y el bienestar de las personas, solo la imagen social.

Como curiosidad final, y gracias a un artículo que leí en el muro de Facebook del poeta canario Álvaro Rodríguez Pérez, quiero destacar la belleza de las esculturas del artista colombiano, Fernando Botero. Un escultor con una filosofía muy particular sobre la obesidad: "Me interesa el volumen, la sensualidad de la forma. Si pinto una mujer, un hombre, un perro o un caballo, lo hago con volumen. No es que yo tenga una obsesión con las mujeres gordas", explicó. "Nadie me cree, pero es cierto (...). No he pintado una gorda en mi vida".
LA OTRA MITAD
(Hermann Hesse)
La mitad de la belleza depende del paisaje;
y la otra mitad de la persona que la mira.
Los más brillantes amaneceres;
los más románticos atardeceres;
los paraísos más increíbles;
se pueden encontrar siempre en
el rostro de las personas queridas…
*López García-Molins, A. “Políticamente (in)correcto”. El País.es. 24 de julio de 2000
*Artículo publicado en la Revista Canarias Literaria,
La entrada anterior: Canarias, ¿el fin del elefante encadenado?
