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domingo, 1 de septiembre de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 27.- Ombligos / Marutos


Septiembre 2024. Nro. 27


Entrada publicada en Tamasma Cultural el mes de abril de 2024.

Desde mi balcón, recuerdo con estupor lo que me pasó la semana pasada. Era un día como otro cualquiera, yo estaba paseando por la Avenida Marítima de Candelaria. Hacía calor, como siempre. Mi andar pausado me permitía observar el paisaje y a todas las personas con las que me cruzaba. 

Sin darme cuenta, me percaté de algo que se repetía en la mayoría de las mujeres que veía: enseñaban el ombligo. Los había de distintas formas: ovalados, redondos, hundidos, hacia fuera… Un centímetro seductor que algunas mostraban sin pudor, conscientes de su encanto.

Los ombligos empezaron a ser un tema de investigación, como en su momento lo fueron los culos y el carnaval. En aquel momento, recordé haber leído que la personalidad de cada persona dependía del tipo de ombligo que tenía (hay teorías para todo, otra cosa es creérselas). Así, un ombligo ovalado indica un carácter fuerte, perseverante y terco. En cambio, si es circular, sugiere un gran corazón y que eres una persona prudente. Por otro lado, si está tapado, tu carácter es oscuro y guardas secretos. Si tiene una forma de rajita vertical, es probable que seas una persona con poca energía. Sin embargo, si tienes un ombligo difuminado, eres una persona hiperactiva y sensible. Por último, si tu ombligo tiene forma de ojo, eres una persona despierta y preparada para lidiar ante cualquier situación. Mirando mi ombligo en el espejo, fui incapaz de calificar qué tipo de personalidad tenía yo.

Llegados a este punto, recordé que en China, uno de los cánones de belleza más importante para las jóvenes es tener unas piernas largas y bonitas. Por ello, la máquina consumista china no ha dudado en crear una manera para que quienes no las tengan, puedan aparentarlas: tatuajes temporales de ombligos para reducir visualmente su torso. Son calcomanías que se colocan unos centímetros por encima del ombligo real y, con unas faldas o pantalones de talle alto, se logra el efecto deseado. 

Enfrascado como estaba con estas reflexiones, volví a la realidad cuando la mujer que iba delante de mí tropezó en la rampa frente a la estatua metálica del pez grande que se come al chico, a la altura de Puntalarga. Se había mareado por el calor. La ayudé y le ofrecí agua de mi botella. Aceptó, a pesar de que contenía mis babas. La acompañé hasta los bancos que había unos pasos más adelante y nos sentamos uno frente al otro. Le pregunté si se sentía mejor. Noté que le gustó que la tuteara, y ella hizo lo mismo. Me dijo que era de Venezuela.

Mientras se recuperaba, empecé a conversar sobre literatura, un tema poco comprometedor que casi siempre me funciona. Le hablé del último libro que había leído de Thomas Mann en el club de lectura de la biblioteca, La muerte en Venecia. Lo conocía, y la película también, así como la banda sonora de Gustav Mahler, la sinfonía número 5. Se le iluminó la cara en el preciso momento en el que se le cayó la botella de agua al suelo. La recogí y aproveché para sentarme a su lado. La cogí de la mano con la excusa de tomarle el pulso. Ya no la solté y ella me dejó hacer.

Pasamos a la poesía. Le confesé mi fobia hacia Neruda, la persona, no el poeta. No se lo podía creer. Parecía que yo era la primera persona que conocía, que opinaba así, igual que ella. Nos levantamos y seguimos paseando por la Avenida Marítima hacia Caletillas, cogidos de la mano. Nos reímos y charlamos sin parar. Ella se soltó de mi mano para agarrarse a mi brazo. Así seguimos el paseo hasta llegar a una autocaravana estacionada en un aparcamiento al final de la avenida. Me invitó a entrar y cerró la puerta.

Nos miramos a los ojos y, sin pudor alguno, nos dejamos llevar con un poco de vértigo y un mucho de pasión y desenfreno. Cuando ya estábamos casi desnudos, la observé y comprobé que superaba en mucho lo que había imaginado. Se me empañaron las gafas y me las quité. Busqué su ombligo. Era incapaz de verlo. Me las volví a poner y, aun con ellas puestas, no conseguía encontrarlo. Se dio cuenta, sonrió y me preguntó qué buscaba. «Tu ombligo», contesté. «¡Ah, mi maruto!», exclamó. Respondió que no tenía, que había sufrido un accidente hacía unos años y se le había quemado la zona de la barriga. La tuvieron que operar y la dejaron sin ombligo, con un vientre liso como el culito de un bebé. Se me aflojó la erección. Me cogió la mano y la colocó encima de su estómago. «Ves qué suave», comentó. Pero tampoco así conseguí que la verga volviese a lucir su estirpe. Estaba como una bandera en un día sin viento. «¡Sin ombligo!», pensé. «Ya estoy acostumbrada», dijo ella. «No eres el primero. ¡Vístete, anda! Seguiré buscando a un hombre sin maruto que me comprenda».


La entrada anterior: El carnaval y los culos canarios, ¿empoderamiento o martirio femenino?

jueves, 15 de agosto de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 26.- El carnaval y los culos canarios, ¿empoderamiento o martirio femenino?



agosto 2024. Nro. 26



Dejándome llevar por la brisa carnavalera de la tarde, leo un libro que me recomendaron en la biblioteca pública de la zona joven de Candelaria (¡qué maravilla de servicio público!). Se titula Temas de conversación, de la escritora estadounidense Miranda Popkey.


Esta obra nos introduce en la mente de una mujer destinada a complicarse la vida, una mujer que transita entre la incoherencia de su día a día y sus ideales feministas. En un capítulo, nos revela lo siguiente: 


En el siglo XVIII, la cintura de la esposa ideal no era mayor que la envergadura de la mano del marido…. Mala suerte si tu marido tenía los dedos cortos y las palmas pequeñas.


Recuerdo cuando pasé mi primer carnaval en Santa Cruz, una de las cosas que me sorprendió (en positivo) fue la diferente visión que las mujeres tienen de su propio cuerpo, y en concreto, de su culo. Venía de la península, donde se nota que hay un patrón de culo femenino caracterizado por su pequeñez, el tipo que la modelo Natasha Wagner popularizó hasta el año 2014


Es cierto que, a partir de ella vinieron estrellas de la música como Beyoncé que, no solo abogó por el feminismo de Chimamanda Ngozi Adichie, sino que se mostró perrreando en sus videoclips, o Nicki Minaj con su canción en Anaconda. Un poco más tarde, Meghan Trainor que con su All about that bass, declaró la guerra a las Natasha Wagner de turno. Todas ellas cambiaron una tendencia para ‘imponer’ otra diferente. 


Sin embargo, la periodista estadounidense Heather Radke se niega a celebrar la aceptación general de los culos prominentes. En su investigación, publicada en Butts: A Backstory (Culos: sus antecedentes), reconstruye el entusiasmo sociocultural por los culos a lo largo de la historia, y demuestra cómo, en los dos últimos siglos, se ha fetichizado el culo de la mujer, convirtiéndolo en un indicador de clase, género y raza. Según ella, 

hace 200 años se instauró la idea de que las mujeres con trasero grande eran menos inocentes, más amorales que las mujeres con trasero pequeño. Esto, por supuesto, también se correlacionó con las categorías raciales. Era una forma de dejar claro que consideraban a las mujeres africanas hipersexuales y a las blancas sexualmente inocentes.


Algunas personas pueden decir que exagero, que no todas las mujeres que residen en Tenerife actúan así. Es cierto, nunca se puede generalizar, pero la no ocultación de sus culos, y no solo durante los carnavales, muestra el no sometimiento de un sector de la mujer tinerfeña a la dictadura de lo socialmente correcto. Es más, aunque algunas no sean conscientes de ello, demuestran que en sus cuerpos liberados reside el poder y la dignidad de un nuevo tipo de mujer que no necesita la opinión del hombre para ser. ¿Qué hay más empoderante que mostrar tu cuerpo como quieras y a quien quieras?



Les recomiendo que lean ‘La gorda está triunfando’, un podcast contra la violencia estética: ''No vamos a escondernos en casa hasta estar delgadas''


La entrada anterior: El bosque de laurisilva, una selva de nieblas

jueves, 1 de agosto de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 25.- El bosque de laurisilva, una selva de nieblas


Artículo publicado en Tamasma Cultural el mes de diciembre de 2023.

1 agosto 2024. Número 25.

Desde mi balcón, observo a una señora que viene del Mercado del Agricultor. De su bolsa sobresalen unas ramas de laurel, recuerdo de mis paseos por el Cubo de la Galga en la isla de La Palma, el Garajonay en La Gomera y por Anaga en Tenerife.

Entrar en un bosque de laurisilva es penetrar en una selva de nieblas. Bosques que surgieron hace millones de años y deben su existencia al microclima creado por los vientos alisios, que los mantienen húmedos. Un fenómeno que podemos encontrar no solo en las islas Canarias, sino en Madeira y en las Azores, también.

Cuando entré en la laurisilva por primera vez, mis ciegos ojos solo vieron la belleza de esta selva misteriosa, poblada de laureles y helechos, de ramas retorcidas recubiertas de musgo y líquenes, de troncos centenarios. Pero, la amiga que me acompañaba me hizo ver las señales de un ecosistema enfermo: las hojas colgando hacia abajo, los árboles muertos y el exceso de luz que penetraba por sus copas.

La laurisilva canaria, una de las últimas reliquias del bosque subtropical que cubría Europa hace millones de años, está sufriendo un alarmante retroceso que puede llevarla al colapso, debido, principalmente, a dos motivos: el cambio climático y la acción del ser humano.

El primero, el cambio climático, depende de las acciones que tomen nuestros políticos, sean del partido que sean. Su responsabilidad pasa por legislar con presupuestos efectivos y con medidas eficaces de conservación para preservar estos bosques y la supervivencia de nuestros descendientes.

El segundo motivo, la acción del ser humano, depende exclusivamente de nosotros, residentes y turistas. El abandono de colillas, pañuelos de papel, latas, botellas de plástico, … envenenan el medio ambiente. Incluso el orín de nuestros perros asusta a las aves que intentan nidificar por la zona, ahuyentándolas. De ahí la importancia de llevarlos atados y no sueltos, como ya está regulado en algunos parques naturales del sur de Francia, Cataluña y Baleares.

En tu mano está la solución, ya sea mediante tu voto o por tu acción diaria para ayudar a que nuestros hijos e hijas puedan seguir disfrutando de la naturaleza milenaria de las selvas de nieblas que son los bosques de laurisilva.

La entrada anterior: Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila (When my daughter graduates, I shall wear purple)

lunes, 15 de julio de 2024

Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila (When my daughter graduates, I shall wear purple)

 


                                                        Para Alba, 17 julio 2024

Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila. 

Llevaré pajarita y calzoncillos de raso. 

Me tomaré un whisky caro con una sonrisa tranquila. 

Olvidando el colesterol, bailaré hasta el ocaso.


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila. 

Mis padres no me entenderían, su visión era sencilla,

acostumbrados a limpiar ropa sucia en su tintorería.

Nadie se lo creía, ni yo tenía tal fantasía.


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila. 

Las personas se escandalizarán, ¡un viejo de 66 años, de lila!

Pero, una ingeniera aeroespacial en la familia 

no se tiene todos los días. Es una gesta compartida.


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila.

Reivindicaré la lucha de las mujeres por la igualdad. 

El color de los derechos de las trabajadoras, en realidad.

Además, recordaré la necesidad de la lucha de verdad.


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila.

Iré a Brístol y honraré a la poeta Jenny Joseph

cuando en 1961, con voz firme, advirtió: 

«Cuando sea una mujer mayor, vestiré de morado…».

Y así, por ella, mi hija, y por todas, el lila será mi melodía.


English version


To Alba,17 July 2024


When my daughter graduates, I shall wear purple. 

I'll wear a bow tie and satin underpants. 

I'll drink expensive whisky with a quiet smile. 

Forgetting cholesterol, I'll dance till sundown.


When my daughter graduates, I shall wear purple. 

My parents wouldn't understand me, their vision was simple,

used to cleaning dirty clothes at their dry cleaners.

No one believed it, nor did I have such a fantasy.


When my daughter graduates, I shall wear purple. 

People will be shocked, a 66-year-old man in purple!

But, a female aerospace engineer in the family 

you don't get one every day. It is a shared achievement.


When my daughter graduates, I shall wear purple.

I will vindicate women's struggle for equality. 

The colour of women workers' rights, in fact.

And I will remember the need for real struggle.


When my daughter graduates, I shall wear purple.

I will go to Bristol and honour the poet Jenny Joseph

when in 1961, in a firm voice, she warned: 

"When I am an old woman, I shall wear purple...".

And so, for her, my daughter, and for all, purple will be my melody.


La entrada anterior: Amores imposibles en Canarias

lunes, 1 de julio de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 24.- Amores imposibles en Canarias

 


Artículo publicado en la revista Tamasma Cultural.

Julio 2024. Nro. 24

Desde mi balcón, leo las encuestas según las cuales Canarias encabeza el ranking de divorcios de España desde 2019. No sé si ese cúmulo de leyendas de amores imposibles que sobrevuela la historia de las islas tendrá algo que ver.

Una de las más populares tuvo lugar en La Gomera. Allí, Gara, princesa de Agulo, conoció a Jonay, hijo del Mencey de Adeje, en Tenerife. Bastó una mirada entre ellos para que el amor surgiese. En cuanto se supo, dicen que el Teide o Echeyde (infierno) escupió lava y fuego avisando de un amor imposible. A partir de aquí, la narración varía según la fuente que la cuente. Sin embargo, en lo único que coinciden es en el final: ambos acabaron suicidándose para sellar su unión eterna.

En Lanzarote, por otro lado, cuenta la leyenda que en Timanfaya vivían Aloe y Vera. Cuando se estaban casando, una erupción volcánica expulsó una gran roca que cayó sobre Vera. Aloe la levantó para intentar salvarla; los asistentes, al verle, comentaron «¡pobre diablo!». De ahí la leyenda del diablo de Timanfaya y que la planta que brotó en el lugar donde se derramó su sangre se llame Aloe Vera.

Si nos vamos a La Palma, conoceremos la leyenda de una joven que un domingo, a la salida de misa, se acercó al pastor que estaba enamorado de ella y le prometió que sería suya si era capaz de dar tres vueltas sobre el precipicio de La Galga, mientras apoyaba sus manos en una larga lanza. En la primera vuelta, gritó “en el nombre de Dios”, y pisó tierra. Durante el segundo salto, dijo “en el nombre de la Virgen”, y todo salió bien. La tercera vez exclamó “en el nombre de mi dama”, con tan mala suerte que cayó al vacío. La desgracia hizo que ella enloqueciera.

Además, también existe la leyenda de la violeta de las Cumbres. La historia de dos jóvenes que se amaban y vivían un amor prohibido. Tenían encuentros secretos, pero un día, el diablo, celoso de ese amor, levantó una gran roca entre ellos. El joven, desesperado, escaló la pared para pasar al otro lado, pero cayó al abismo y murió. Poco después, en la cima de esa cumbre, se halló el cuerpo de una joven cubierto de escarcha. Se dice que fue la enamorada que buscaba a su amado en la cumbre.

La isla de Fuerteventura tampoco escapa a su destino. Don Pedro Fernández de Saavedra era conocido como seductor de chicas jóvenes indígenas. Se casó con una dama con la que tuvo 14 hijos. Uno de ellos, Luis Fernández de Herrera, intentó violar a una indígena durante una cacería organizada por su padre. Un agricultor corrió a salvar la vida de la joven, pero, Don Pedro, que también se acercó, mató al campesino para salvar a su hijo. En ese instante apareció Laurinaga, la madre del joven asesinado, y le dijo a Don Pedro que acababa de matar a su propio hijo. Le maldijo a él y a sus propiedades. A partir de ese momento, sobre las tierras de Fuerteventura, empezaron a soplar los ardientes vientos del Sahara que convirtieron la isla en un desierto.

Llegamos a Tenerife, al menceyato de Ycoden, donde vivía la joven Amarca. Un día recibió tantos piropos por parte de Belicar, el último Mencey de Icod, que el pastor Garigaiga se enamoró de ella. Parece ser que fue la única mujer que le rechazó, y por ello, el pastor acabó suicidándose. Las mujeres la culparon y, agobiada por el remordimiento, también se quitó la vida.

En esta misma isla, en el Macizo de Anaga, se erige una formación rocosa partida en dos en su cúspide: el Roque Dos Hermanos. Se cuenta que dos enamorados se enteraron de que eran hermanos. Al no soportar vivir separados, pusieron fin a sus vidas lanzándose desde la escarpada montaña.

Acabaremos en la isla de El Hierro, donde se narra la existencia de un enorme árbol, llamado "Garoé", de cuyas ramas caía el agua que abastecía a los aborígenes. Cuando los españoles invadieron la isla, los herreños lo ocultaron junto a su secreto. Tenían la convicción de que la sed les obligaría a marcharse. En aquellos tiempos reinaba en la isla un bimbache llamado Armiche. El castellano Bethencourt convenció al rey para que se rindiera y se sometiera al conquistador. Sin embargo, otros herreños dirigidos por Erese y Tenesedra no aceptaron la rendición y ocultaron el Garoé. Las gentes de Erese, entre las que se encontraba una mujer muy bella, Arafa, se negaron a rendir pleitesía a Bethencourt y acordaron mantener en secreto la localización del árbol, bajo pena de muerte. Una de estas expediciones encontró un día a Arafa que acabó locamente enamorada de uno de los soldados y reveló el secreto que juró guardar para que no marchase su amado. De esta manera, los invasores pudieron saciar su sed e invadir la isla. Ella fue ejecutada por traidora. Él ganó una medalla.

Por suerte, todo son leyendas que transmiten de forma oral, hechos fabulados adornados con elementos del folclore que se alejan de la realidad de las islas afortunadas, puesto que la realidad demuestra que la única isla donde no hay leyendas de amores imposibles, Gran Canaria, es la que tiene mayor número de divorcios.


La entrada anterior:  La Libertad

sábado, 1 de junio de 2024

La Libertad

                                            A Patricia Tschorné, una chilena universal. 
                                            Cuídate y nos vemos al otro lado. (26 mayo 2024)
                                                                            






El pueblo guanche era un pueblo de pastores, pacífico, amante de la libertad, en minúscula y sin cursiva, y enemigo de la injusticia y la crueldad. Su afán por ser libres era tal, que la conquista duró casi un siglo y sus jefes prefirieron morir antes que someterse a los conquistadores castellanos.

    Hoy, teniendo en cuenta los bravos orígenes del pueblo canario, me siento como perdido, “como jadeante, sin jadeo”, que diría Benedetti, después de volver de un centro comercial al que me han llevado: La Libertad.

    Las personas que no sepan de qué les hablo me dirán que la Libertad es ¨la capacidad humana de actuar por voluntad propia, sin que se le imponga la dirección o manera de tomar y ejercer sus decisiones¨. Pero yo, hoy, voy a empezar hablando de otro tipo de Libertad, la que tenemos en La Laguna (Tenerife): el centro comercial La Libertad. ¡Qué bonito!, ¿verdad? Así, con mayúsculas.

    La Libertad es el centro comercial que se encuentra frente el macrocentro comercial Alcampo e Ikea, al lado del Decathlon. Un pequeño gran triángulo de Libertad de desaforado consumismo, atravesado por una autopista.

© Concha Catalán

    Libertad es una palabra inmensa, universal, enorme. Un término que sirve para todo y para todos, porque cuando uno sale del colegio o acaba de trabajar, retoma su Libertad, ya que no tiene que seguir aguantando al profesor o al jefe. Por otro lado, infinidad de países, por ejemplo, entran en guerra para defender la Libertad, cosechando decenas de miles de muertos por ambos lados: víctimas que no han tenido libertad, en minúscula y sin cursiva, para elegir si querían o no matar a sus vecinos.

    A propósito de esto, también algunos hombres someten a ¨sus¨ mujeres porque no saben hacer uso de su Libertad (la de ellas, por supuesto -nótese la ironía-). ¡Cuántas mujeres no han sido tachadas de locas y enviadas a hospitales psiquiátricos! Su delito: querer tener su libertad, con minúscula y sin cursiva. Ahí tienen, por ejemplo, el hospital psiquiátrico Libertad en Ciudad Juárez, ciudad donde, según Amnistía Internacional, se han asesinado 20.292 mujeres entre 2018 y el mes de mayo de 2023.

    La Libertad siempre va acompañada de alguna prohibición, para que pueda liberarse por completo. Por ejemplo, está prohibido robar poco, porque, si robas mucho o muchísimo, siempre habrá algún indulto. Véase el ejemplo de la Caja Libertad de México, sospechosa de lavado de dinero y operaciones de procedencia ilícita.

    Otro gran enemigo de la Libertad es el pensamiento libre. De ahí la existencia de presos políticos y de presos de conciencia. En la Uruguay de la dictadura de 1973-1985, por poner un ejemplo, cerca de 3.000 hombres y mujeres, presos políticos, fueron torturados y represaliados en el Penal de Libertad. Los dirigentes de aquella Uruguay del siglo pasado pensaban como muchos dirigentes actuales en multitud de países, en los que solo se es libre de pensar lo que piensa el gobierno, de lo contrario, está prohibido. Como en las redes sociales, en las cuales puedes publicar libremente, si te atienes a la Libertad de Musk o Zuckerberg.

    Las religiones también nos imponen sus creencias en aras de la Libertad. Por ejemplo, la Libertad sexual existe, siempre que acate la moral de la religión mayoritaria, aunque esa moral atente contra la libertad, en minúscula y sin cursiva, de la minoría, porque, precisamente por eso, es menos importante y se puede prohibir en aras de la Libertad.

    Otro personaje político que se llena la boca con la Libertad es Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Me remito a sus definiciones, sin comentarios añadidos: “Libertad es poder pedir una aceituna en mitad de un concierto”, “No conozco un sitio donde la Libertad se haya abierto camino después de cerrarse una plaza de toros, al contrario, lo que viene después de eso es sequía y el control político”, “Libertad es no encontrarte con tu ex”, “Libertad es poder ir un rato a ver una película o a tomarse algo”, “Libertad es comprar donde quieras y cuando quieras”...

    Amigo lector, querida lectora, la Libertad es una gran bandera política en la que caben todos y todo, una palabra enorme, tan enorme que te permite, una vez hayas salido del Penal de Libertad o del psiquiátrico Libertad, entrar en el centro comercial La Libertad, tras haber sacado tus ahorros de la Caja Libertad, y comprar con Libertad todo lo que quieras, consumir con Libertad hasta la saciedad, además de usar tu Libertad para empeñarte más y más.   

    Todo eso, también habrían podido disfrutar 7.291 ancianos de las residencias de Madrid, de no haber cometido la indelicadeza de haber muerto, mientras su presidenta gozaba de la Libertad de tomarse una caña en plena pandemia.

    Por mi parte, a pesar de que está de moda vivir en este mundo de plástico lleno de Libertad, prefiero uno de barro con libertad, así en minúscula y sin cursiva, tal como me enseñó mi querida amiga y compañera Patricia, a cuya memoria dedico este artículo.


miércoles, 1 de mayo de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 23.- Candelaria, una utopía hecha realidad




Mayo 2024

Como sin querer, llegué a Candelaria y me metí de lleno en una utopía de sol, océano, volcanes, barrancos, magia y más sol. Un espacio donde el sol no está prohibido en la piel, la acaricia.

Una utopía donde empecé a crear un futuro cuando se espera que mire hacia el pasado, y viva de él. 

Una utopía en la que la soledad ha dejado de herir y permite una revisión del pasado de manera ponderada: cicatrices y caricias.

Una utopía que baila, ríe, lee, recita poesía y nada en un universo del que no se puede salir mientras libera luces en el corazón.

Una utopía donde los poetas son felizmente anónimos, desconocidos, invisibles y sin banderas.

Una utopía donde el océano, ayudado por los alisios, barre todas las melancolías, y los árboles caminan por la noche.

Una utopía en la que reinan a la par los ritmos latinos y el silencio y, además, se encuentra lo que busca el corazón.

Una utopía donde el invierno deja de ser gélido y fantasmal, el alma ya no tirita y el vacío de los silencios suena a carnaval.

Una utopía donde la mañana bosteza de felicidad y el océano acuna con una nana sin fin a las barcas.

Una utopía, en definitiva, en la que el corazón late en el lado que quiere y cientos, miles de palabras ingrávidas flotan entre mis escritos.


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