@jlregojo

Mi foto
@jlregojo (Twitter/Instagram) - https://www.facebook.com/joseluis.regojo (FACEBOOK)
Mostrando entradas con la etiqueta laurisilva. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta laurisilva. Mostrar todas las entradas

martes, 15 de octubre de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 29.- La magia del macizo de Anaga




15 octubre 2024. Nro. 29

Desde mi balcón, veo un perro. Va solo, camina despacio y va husmeando la tierra a su paso mientras busca algo, así como yo husmeo entre las palabras en busca de significado.

En esa búsqueda, encuentro un horizonte de tres gamas de color a las que no sé poner nombre. Cerca de mí, el color de las palmeras, verde amarillento, dicen. Detrás, el color que todo el mundo asocia al mar y allí, a lo lejos, tras la calima, el macizo de Anaga con sus múltiples tonalidades que no llego a distinguir.

Mantengo los ojos bien abiertos y esbozo una leve sonrisa, con la esperanza de recibir otra a cambio, que no llega porque estoy solo en el balcón, mientras sigo contemplando Anaga. En ese breve instante, noto cómo una vena en mi cuello late con lentitud, al tiempo que la tarde se va perdiendo y se mezcla con el inicio de la noche.

Aquí y ahora, en la oscuridad, me debato entre la envidia y los celos. Sí, celos por querer conservar, solo para mí, la imagen que tenía hasta hace un momento de Anaga, que se desvanece, o envidia por aquellos que pueden disfrutarla ahora. 

No me aclaro. La vena palpita de nuevo, el sudor empapa mi camiseta. El hecho de que Anaga, en este momento, quiera compartir una confidencia nocturna conmigo aviva en mí el deseo de una intimidad más próxima. Me susurra sobre la importancia de la lluvia horizontal que alimenta al macizo y le ayuda en el mantenimiento de sus constantes vitales, especialmente durante los meses de verano. 

El recuerdo de su exuberancia me transporta a paisajes más propios de historias fantásticas que de un territorio volcánico. Sospecho, porque no lo puedo ver, que sus montañas se precipitan con nocturnidad y sin previo aviso sobre el océano. Una caída que da vida a un ecosistema mágico alimentado por la bruma del Atlántico que limita la evapotranspiración, el proceso por el cual las plantas liberan agua al aire en forma de vapor y se pierde en la superficie de la tierra debido a la evaporación.

A regañadientes, me voy a dormir, no sin antes poner el despertador bien temprano. Al amanecer, observo cómo esa neblina atlántica abraza el macizo de Anaga ayudada por los alisios, revitalizando sus cumbres y laderas para que florezcan los bosques mágicos de laurisilva. Aunque sé que si no somos capaces de respetar y defender esta magia de la naturaleza, corremos el riesgo de convertir nuestro archipiélago en uno de los más afectados por el aumento de la aridez.



jueves, 1 de agosto de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 25.- El bosque de laurisilva, una selva de nieblas


Artículo publicado en Tamasma Cultural el mes de diciembre de 2023.

1 agosto 2024. Número 25.

Desde mi balcón, observo a una señora que viene del Mercado del Agricultor. De su bolsa sobresalen unas ramas de laurel, recuerdo de mis paseos por el Cubo de la Galga en la isla de La Palma, el Garajonay en La Gomera y por Anaga en Tenerife.

Entrar en un bosque de laurisilva es penetrar en una selva de nieblas. Bosques que surgieron hace millones de años y deben su existencia al microclima creado por los vientos alisios, que los mantienen húmedos. Un fenómeno que podemos encontrar no solo en las islas Canarias, sino en Madeira y en las Azores, también.

Cuando entré en la laurisilva por primera vez, mis ciegos ojos solo vieron la belleza de esta selva misteriosa, poblada de laureles y helechos, de ramas retorcidas recubiertas de musgo y líquenes, de troncos centenarios. Pero, la amiga que me acompañaba me hizo ver las señales de un ecosistema enfermo: las hojas colgando hacia abajo, los árboles muertos y el exceso de luz que penetraba por sus copas.

La laurisilva canaria, una de las últimas reliquias del bosque subtropical que cubría Europa hace millones de años, está sufriendo un alarmante retroceso que puede llevarla al colapso, debido, principalmente, a dos motivos: el cambio climático y la acción del ser humano.

El primero, el cambio climático, depende de las acciones que tomen nuestros políticos, sean del partido que sean. Su responsabilidad pasa por legislar con presupuestos efectivos y con medidas eficaces de conservación para preservar estos bosques y la supervivencia de nuestros descendientes.

El segundo motivo, la acción del ser humano, depende exclusivamente de nosotros, residentes y turistas. El abandono de colillas, pañuelos de papel, latas, botellas de plástico, … envenenan el medio ambiente. Incluso el orín de nuestros perros asusta a las aves que intentan nidificar por la zona, ahuyentándolas. De ahí la importancia de llevarlos atados y no sueltos, como ya está regulado en algunos parques naturales del sur de Francia, Cataluña y Baleares.

En tu mano está la solución, ya sea mediante tu voto o por tu acción diaria para ayudar a que nuestros hijos e hijas puedan seguir disfrutando de la naturaleza milenaria de las selvas de nieblas que son los bosques de laurisilva.

La entrada anterior: Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de lila (When my daughter graduates, I shall wear purple)