Marzo 2024. Nro. 20
«No es que tengamos esperanza, sino que la albergamos» John Berger.
Oigo en la televisión canaria a un político afirmar: «Los canarios no buscamos conflicto, ya nos va bien convivir así. Y a los turistas, también les gusta nuestra forma de ser».
No todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación, pero la prostituta polícía política de los medios de comunicación tortura a las palabras hasta su rendición para hacerles decir lo que no quieren: democracia, libertad, justicia, igualdad, pacífico, … Todo en aras de la globalización, la convivencia y la libertad de información.
Con nocturnidad, las pardelas acompañan con sus gorjeos a unas mujeres canarias que se han rebelado contra sus depredadores porque, se repiten entre ellas, los sueños forman parte de su vida. En ellos, luchan y vencen, se sublevan, hostigan, insubordinan, se alzan, amotinan, preguntan y opinan. Un grupo que se hace llamar las pardelas cenicientas.
Son silenciosas en mar abierto, pero hablan con el lenguaje nocturno de la desobediencia entre ellas, el único lenguaje que permite contar y defender algunas verdades. Uno que no predice lo que va a hacer a continuación. Palabras con silenciosas intenciones finales que se extienden como la pólvora y llegan hasta el corazón en busca de un conflicto que saben que es el camino hacia la insumisión.
Los depredadores lo saben, y están nerviosos.
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