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viernes, 3 de marzo de 2017

La foto que nos escupe a la cara


En enero de 2015, el fotógrafo turco Osman Sağırlı publicó la foto de una niña de cuatro años llamada Hudea en el diario Türkiye. La imagen fue tomada en el campo de refugiados de Atmeh, en Siria, en diciembre de 2014. 
Tras un trayecto de unos 150 kilómetros, Hudea había llegado desde Hama, donde vivía con su madre y dos hermanos, al campamento que queda a unos 10 kilómetros de la frontera con Turquía. Aquí tenéis la información completa.
Mientras miro esta foto, tengo reciente la lectura del libro Understanding a Photograph de John Berger.

“La fotografía es para mí el impulso espontáneo correspondiente a una atención visual perpetua que capta el instante y su eternidad”, decía Henri Cartier-Bresson, uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, destaca Berger en su libro.

Las fotos sin 'aditivos', la mayor parte de las veces ya substituyen a la palabra como testimonio inmediato de un acontecimiento, incluso a la memoria. A diferencia del ojo, las fotos no nos permiten olvidarnos de lo que hemos visto, son un incordio, son la parte de la memoria que podríamos calificar como 'mosca cojonera'. Nos siguen mostrando la realidad desnuda con una tozudez implacable. La interpretación es nuestra.

Hudea, en esta foto, te está mirando, fíjate bien en sus ojos, en sus labios, en sus manos. Mírala nuevamente antes de seguir leyendo. Unos ojos que transmiten miedo, unos labios apretados que transmiten terror, quizás incluso en ese momento, se está haciendo pipí. ¿Y los puños? Ahí quizás guarda el drama del momento por el que está pasando, la rabia que siente hacia ti que la estás mirando mientras se pregunta: ¿Qué pasa si este momento presente reflejado en la fotografía se extiende hasta el infinito?


La fotografía suele ser un recuerdo de un instante de vida vivido. No creo que lo sea en este caso, más bien parece ser un instante de vida sufrido. Esta foto refleja la agonía de una sociedad, y no me refiero a la sociedad que solicita refugio, me refiero a nuestra sociedad europea occidental.


La simplicidad de la foto de Sagirli
nos muestra a una niña inocente, Hudea, con los brazos en alto mordiéndose los labios aterrorizada ante lo que ella creía que era un arma: la cámara fotográfica. A esa edad, la reacción lógica habría sido que hubiera salido corriendo y no lo hizo. El terror del momento la paralizó. ¿Qué no habrán visto esos ojos para que Hudea no reaccione como una niña?

Las fotos y reportajes televisivos del drama por el que están pasando centenares de miles de personas refugiadas en los medios de comunicación han conseguido anestesiar a un sector de la población ante esta terrible realidad. Los diarios se han dado cuenta y ya no las publican tanto, bien porque creen que sus lectores ya son conscientes y no quieren hacerles pasar por el mal trago de echarles en cara la cruda realidad a través de unas fotos tomadas a dos horas de avión de donde se están tomando un café, o porque creen que los lectores ya están curados de espanto: hipocresía o cinismo.


Algunas personas, al ver este tipo de fotografías se desesperan, otras nos indignamos. La desesperación no sirve para nada, la indignación exige acción.


Algunos jóvenes refugiados buscan la vía de salida entre los efluvios de la cola esnifada, ellas fregando escaleras. Ellos forzados a ser mano de obra barata, ellas a abrirse de piernas. Y los viejos, fantasmas invisibles vagando por las calles de 'nuestras' ciudades reciclando 'nuestra' basura.


Esto sí que es obsolescencia programada... por el club Bilderberg.


Hudea es una víctima más de 'nuestra' guerra iniciada por los políticos que 'nosotros' hemos elegido. Una nueva (vieja por repetida) víctima colateral para mantener 'nuestro' statuo quo. Las manos que introdujeron la papeleta en la urna son corresponsables de la situación de Hudea, están manchadas de sangre; las que ni siquiera tocaron la papeleta, apretaron el gatillo.


La rabia, la incomprensión, la impotencia, la injusticia, la solidaridad de unos pocos, la ingenuidad y la imaginación son corazas que unas sobre las otras evitan que muchas personas refugiadas mueran de frío o ahogadas en el Mediterráneo.


No debemos olvidar la cara de Hudea porque lo que se olvida, se abandona, se deja atrás y aquello que se recuerda se salva del vacío, de la nada, de la no-existencia. Al menos eso, se lo debemos.


La imagen de Hudea simplemente pone en evidencia la condición humana, sin acusar a nadie nos acusa a todos: nos escupe a la cara.



Un agradecimiento a l@s fotógraf@s y reporter@s que se juegan la vida para mostrarnos la realidad y sacarnos de nuestra falsa burbuja: Osman Sagirli,Gervasio Sánchez, Patricia Bobillo, Principia Marsupia, Xavier Aldekoa, Jon Sistiaga, Javier Bauluz, Sebastiao SalgadoHibai Arbide Aza, Mikel Ayestarán, Jesús G. Pastor y muchos otros y otras que seguramente tú conocerás y puedes hacerles un reconocimiento público escribiendo sus nombres como comentarios a esta entrada  y así permitirnos que también los podamos conocer nosotros. Gracias.

Febrero 2017
@jlregojo    #RegEye

5 comentarios:

  1. Quanta raó i veritat en el escrit. I quina vergonya que els pobles que vivim en pau no aconseguim trovar la manera d'ajudar. Serà, com dius en el article, que estem totalment anestesiats.

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  2. És cert que la imatge, com tantes altres, és indignant, però ho sento, no em fa sentir culpable. Indignada i impotent, sí, però culpable,no. No obstant, sento que formo part de la societat que directa o indirectament ha provocat aquest conflicte, i em sento en el deure d'ajudar per poc que pugui. I el més important: en efecte, no hem d'oblidar aquesta imatge, perquè quan l'oblidem significarà que ja no ens importen gens aquestes persones.

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  3. Un continuum en la fotografia és la recerca de la coherència entre el personal i el professional, sense més pretensions que sentir que “tot el personal és polític”. Concordo amb la cita de John Bergeren a “About looking” quan diu que “[...] entorn la fotografia s’ha de construir un sistema radial, que pugui ser vist en termes que siguin simultàniament personals, polítics, econòmics, dramàtics, quotidians i històrics [...]”. D’aquesta manera s’aconsegueix ampliar el ventall de propòsits i significats d’una imatge. Acció!

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  4. Me acojo a tu ofrecimiento para hacer mención especial a Patricia Bobillo. Sus recientes trabajos sobre la RDC publicadas en EL PAIS me parecen muy interesantes.http://elpais.com/elpais/2017/01/30/album/1485780146_990341.html#1485780146_990341_1485780346

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  5. no puedo dejar de pensar en el micro contexto dentro del macro contexto. Espero que ese fotógrafo abrazara después a la niña, para contrarrestar en su memoria esos decepcionantes efectos del contacto con la especie humana adulta, sería bonito tener también la foto porque, como dice Anna Torres, nosotr@s de a pie no somos culpables, sólo podemos parchear y difundir, y sobre todo acoger, sigamos haciéndolo.

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