Junio 2023. No.12
El océano lleva unos días agitado, como si temiera algo o quisiera prevenirnos sobre lo que se aproxima: las elecciones.
Una inmensa cantidad de agua y vida marina que se alimenta de restos orgánicos, metamorfoseándolos en nuevos nutrientes. Un ciclo de vida que transforma los peces en alimento de calidad. De sus corrientes depende en buena medida nuestro clima.
Más cerca de nosotros, encontramos playas de callaos y de arena negra llenas de colillas, botellas de plástico, latas y suciedad diversa que no les pertenece, así como las aguas fecales vertidas en sus aguas. La excepción son aquellas playas, a menudo de arena blanca, que son "creadas" como áreas turísticas, tostaderos para el turismo continental, sin consideración por los residentes locales. Una limpieza exterior que oculta otro foco más de contaminación de los ecosistemas marinos procedente de las sustancias tóxicas de las cremas solares (25.000 toneladas cada año, según National Geographic) que pueden ocasionar alteraciones hormonales y reproductivas en las especies que habitan en el océano.
No vamos a negar que el impacto económico es considerable. A mucha gente le gusta endeudarse para permitirse unas vacaciones en esas moles de cemento que generan magros beneficios para la población canaria, pero ganancias millonarias para las multinacionales extranjeras que, en su mayoría, pagan impuestos en el exterior, perjudicando así la sanidad, la educación, las carreteras y los gastos sociales de los que vivimos y votamos aquí.
Es cierto que el crecimiento económico es positivo en situaciones de pobreza, al igual que alimentar al que tiene hambre. Sin embargo, la obesidad, tanto económica como física, no es saludable.
Nos enfrentamos a dos perspectivas diferentes que no coinciden: un turismo sostenible vs. un turismo de masas. Algunos queremos una naturaleza rica, que se regenere y que nuestros hijos e hijas puedan heredar. Otros solo buscan acumular dinero hoy. Tipos de riqueza diferente; dos puntos de vista lícitos, aunque no coincidentes.
Así como la contaminación por el exceso de vehículos no se soluciona construyendo más carreteras, la renta de la población media no crece al ritmo del incremento de turistas. Tampoco lo hace
la esperanza de vida.
En cambio, la explotación, las horas extras a destajo sin pagar, los salarios bajos, el dinero negro, la ansiedad, el estrés, y la disminución en la calidad de vida de muchos de nuestros vecinos y vecinas sí aumenta.
Ese océano agitado que nos avisa, el segundo más extenso de la Tierra, es nuestro Atlántico con forma de la letra S de 'SOCORRO'. El hecho de que pueda estar libre de basura, plásticos y colillas es sinónimo de salud y vida para los que vivimos junto a él.
Está en tu mano. Recuerda que, con tu voto, estás decidiendo el destino de nuestro océano y de nuestra madre naturaleza, la única herencia segura que dejarás a tus hijos e hijas.
*Por motivos de calendario electoral, he adelantado la entrada del mes de junio.
És una llàstima. Cada vegada hi ha menys viatgers i més turistes, cultura massiva que ha fagocitat l'autenticitat del viatge. Tothom busca la millor instantània per a les seues xarxes socials i venem molt barata la font de la nostra vida. Un turista sempre buscarà experiències superficials i previsibles, amb un enfocament a la comoditat i la seguretat. I allà on vagin com manades, deixaran rastres de tendetes de brometa i formigó. En canvi, el viatger busca una experiència més autèntica, explorant la cultura local, interactuant amb la gent i submergint-se en la vida quotidiana del lloc que visita. Avant de tot, respecta les comunitats i intenta extraure valuoses llavors que plantar a la tornada "a casa". I ho dic entre cometes perquè el viatger no tem perdre's i mai torna a casa, ja que, en sentit estricte, mai torna a ser el mateix.
ResponderEliminarTant de bó siguem conscients de la importància de la política per una vida ética. Votar o no votar, mes participar activament en el nostre dia a dia. Ens juguem l'existència a cada instant!
Gràcies, JL, per la reflexió i t'envie una forta abraçada des de Barcelona
Cuántas verdades, José Luis. La avaricia no nos permite ver más allá de la cartera. En mar pide auxilio y nosotros lo ahogamos con basura. Qué triste la ceguera del que no quiere ver más allá de su bolsillo.
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