Febrero 2023. No.7
Hoy publico una entrada extraordinaria en homenaje a un joven, D., que debería estar preparando su disfraz de carnaval.
La calima de hace dos días nos trajo, por contraste, la luminosidad del día de ayer. Jornada en la que se eligió, entre música y alegría, a la Reina del Carnaval 2023. Esa calidez, por contraste, nos ha traído el frío de hoy, no solo climático, sino también por la pérdida voluntaria de un joven de veintipocos años, que decidió dejarnos antes de hora. Mañana, por contraste, también tendremos la Cabalgata Anunciadora del Carnaval, seguida de unas semanas de bailes y fiestas repartidos por todo Tenerife.
No es la primera pérdida cercana por voluntad propia que he sufrido entre las amistades y seres queridos que me rodean. De hecho, en 2012 escribí un cuento que resultó ser de mucha utilidad para aquellas personas que se quedan aquí lamentando y llorando la ausencia del ser querido: Max y su sombra. Es un libro que ya está descatalogado, la editorial no existe, pero lo podéis leer aquí.
Hoy, en la iglesia de Santa Ana, en Candelaria, he asistido a la misa funeral en recuerdo de D. Un joven sacerdote ha oficiado una ceremonia digna y sentida. La tristeza y lágrimas de familiares y amigos estaba acompañada por el sonido festivo de tambores proveniente de la plaza de la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, situada a pocos metros de esta pequeña y acogedora parroquia del casco antiguo, con un rico patrimonio artístico en su interior.
Risas y lágrimas, vida y muerte, calor y frío, nubosidad y claridad, ruido y silencio. Contrastes brutales sin anestesia.
D., sin querer, nos ha sumido en una especie de koan o acertijo Budista Zen, aparentemente imposible de resolver, que crea un estado mental de confusión cuya solución pasa por romper con la lógica con la que nuestro cerebro funciona a diario. D., respecto a la vida y la muerte, nos avisa: «No comienza, no termina, ¿qué es?»
La entrada anterior: El Malpaís de Güímar
No hay comentarios:
Publicar un comentario