Artículo publicado en Es Diari de Menorca el 5 de agosto de 2020
La semana pasada entré en una de las muchas páginas de Facebook que hablan de la belleza de Menorca y en uno de los comentarios ensalzando una de nuestras playas apareció un comentario basura o ‘spam’. El típico comentario que ofrece ofertas de empleo engañosas o falsas para que les entregues datos personales o dinero. El perfil de la foto era el de una mujer rubia, aunque el nombre sonaba ‘africano’.
Algunos lectores comentaron lo inapropiado de ese comentario a la foto de la playa menorquina de forma correcta, incluso yo la denuncié a la administración de la página. De todos los comentarios me sorprendió uno que se refería a la autora del texto como ‘esa chusma que podría irse a su tierra’. No me gustó que por un o una timadora, se tratase de ‘chusma’ a todo el colectivo de las personas migrantes que muchas vienen huyendo de sus países en busca de una mejor vida o simplemente para sobrevivir.
Le comenté mi desagrado y destaqué el tinte xenófobo de su comentario. Ahí parece que abrí la caja de los truenos y empezó a meterse conmigo. Me comentó que en esos foros no se habla de política, otra persona intervino acusándome de que yo no habría dicho lo mismo si se hubiera referido a Pujol y a su familia como chusma. Nunca entendí a qué venía la referencia a esa familia de delincuentes. Entonces, ese personaje decidió ir a mi perfil de Facebook y encontró una entrada que fue una epifanía para él: «Ya veo como eres —me comentó—» y entonces sacó de mi perfil un artículo breve firmado por la articulista, activista social, y ex policía catalana Sonia Vivas que decía así «Toda mujer maltratada ha oído alguna vez como su pareja la llama ‘puta’ o ‘golfa’. Lo hacen para hacerlas sentir sucias y no respetables. Ayer los toreros hicieron públicamente lo que muchos maltratadores hacen dentro de sus casa para luego sonreír en los bares.»
Este tipo de personas se ha envalentonado desde que muchos medios de comunicación son eco de los voceras del partido del diccionario. Creen que por chillar tienen más razón, creen que pueden insultar o menospreciar a las mujeres o a colectivos por el color de su piel o su orientación sexual. Son unas pocas personas que hacen mucho ruido pero a las que hay que hacer callar y plantarles cara con educación. Eso las descoloca. Son la caspa que hay que sacudirse de encima de los hombros.
Lo que realmente me preocupó de ese rifirrafe en Facebook fue el silencio de los que lo leyeron. Un silencio que me recordó la frase del escritor, filósofo y político irlandés Edmund Burke: Para que triunfe el mal, solo hace falta que la buena gente no reaccione.
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