En política venimos de muy lejos,
demasiado lejos
como para aprender de los errores.
Los políticos son necesarios,
encadenados al sistema.
Nuestro sistema político es perverso,
pagamos en vida su precio:
miseria
política.
Mejor adaptación al medio que la de los políticos,
imposible.
Es teatro,
es comedia,
es farsa.
Los miramos resignados sin mirarlos,
los hacemos existir sin pensarlos.
No ven lo que deberían ver,
no sienten lo que deberían sentir.
Piensan tan mal que viven matándonos.
Su incompetencia es la nuestra,
reflejo de nuestro yo.
Globalizan ideas,
globalizan ideologías,
globalizan sueños.
Los actores cobran,
el pueblo paga.
Regeneración política,
regeneración ideológica,
regeneración generacional.
Escuchan poco, hablan demasiado:
dos orejas y una boca utilizadas al revés.
Si respirar no fuese más cómodo que dejar
de respirar, no existiríamos.
Somos utopía,
abrazos de sueños,
abrazos de fantasía,
abrazos de imaginación,
abrazos de creatividad.
Todas las flores conocen la dificultad
que comporta ser bella,
a pesar de ello, amanece cada día.