Septiembre 2022. Nro.1
En mayo del 2022, la prensa se hizo eco de que el aguacate se ha convertido en el producto agrícola con mayor crecimiento de la isla, duplicando en 10 años su superficie cultivada, marcando un aumento de la producción, que ha pasado de 1,7 millones de kilos en 2012 a más de 4,29 en 2020.
Parece ser que los primeros ejemplares, allá por el siglo XVI, crecieron en el Jardín Botánico de Orotava, en Tenerife con aguacates procedentes de Venezuela, y de ahí fueron a Europa. En la actualidad, su cultivo se está expandiendo fuera de los límites de los Valles de Güímar y de La Orotava, existiendo plantaciones regulares en la casi totalidad de los municipios costeros de la isla. Las variedades de aguacate mayoritarias que se siembran son Hass, y en menor medida, Fuerte, según el Cabildo tinerfeño.
Si echamos un vistazo al pasado, empezaremos por el nacimiento, a mediados del siglo XVII, del corsario, explorador y naturalista inglés William Dampier (1652-1715), conocido como "El Gran Filibustero", "El Rey del Mar" o “El Pirata Científico”. Este último apodo se lo ganó porque, entre abordaje y abordaje de los navíos españoles, aprovechaba para estudiar ciencias naturales y geografía del continente americano. La última semana de abril de 1685, llegó a una isla de la bahía de Panamá donde tomó nota de las especies de árboles locales. Ahí describió lo que más tarde etiquetó como "Avogato Pear-tree", una fruta de la familia del laurel. Curiosamente, entre sus anotaciones figura una preparación nativa hecha de moler juntos aguacates, azúcar y jugo de lima: el precursor del guacamole.
Todo un personaje cuyas observaciones y anotaciones, recopiladas por él mismo en varios libros, entre los que se encuentra Un nuevo viaje alrededor del mundo y Un viaje a Nueva Holanda, ayudaron a Charles Darwin y a Alexander von Humboldt a desarrollar sus teorías. Su vida fue fuente de inspiración en los escritos de autores de talla universal como Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver, cuyo protagonista cita varias veces a su primo Dampier), Gabriel García Márquez (en el relato El último viaje del buque fantasma y el libro El otoño del Patriarca), Samuel Taylor Coleridge (en su poema "La balada del viejo marinero”), el corsario John Cook (capitán del Bachelor’s Delight), y un largo etcétera.
Tal como hemos mencionado con anterioridad, una de las variedades cultivadas en Canarias es el aguacate Fuerte. Al margen de su gran calidad, destaca su elevada resistencia al frío. Lo que se descubrió, por casualidad, tras una severa helada en California durante el año 1913, quedando para la posteridad como el “Congelamiento del 13”. En aquel momento, se murieron la práctica totalidad de los árboles de aguacate injertados, excepto esta variedad, de ahí que recibió el nombre en español de “Fuerte”. Esta especie fue la más popular en América hasta la década de 1940. A partir de entonces, la variedad mayoritaria pasó a ser la Hass.
El aguacate Hass lleva el nombre de Rudolph Hass, un cartero, originario de Milwaukee, que vivía en La Habra, California. A finales de la década de 1920, Hass se enteró de que podía ganar dinero cultivando aguacates, así que decidió pedir un préstamo a su hermana Ida. Con el dinero, compró un pequeño huerto de la principal variedad comercial de aguacate, el Fuerte, con algunas otras variedades. De una de esas semillas creció un árbol que rechazó las ramas de la variedad Fuerte que Hass quería injertar en él. Lo intentó de nuevo con otro. También fracasó. Rudolph abandonó el experimento y los dejó que crecieran a su antojo.
Se dice que Hass estaba a punto de cortar esos árboles, no obstante, decidió no hacerlo cuando sus hijos le dijeron que los frutos que daban eran sus favoritos. A medida que el árbol crecía y producía más fruta de la que la familia podía consumir, Hass llevó algunos ejemplares a sus compañeros de trabajo a la oficina de correos de Pasadena. Les gustaron y le preguntaron si podían comprarle más. Sus aguacates fueron un éxito, y en 1935 Hass patentó el árbol, la primera patente otorgada a una planta arbórea en los Estados Unidos de Norteamérica, (la número 139). Para su mala fortuna, la mayoría de los productores, en lugar de comprar su árbol, evadieron su patente y aun siendo una práctica ilegal, injertaron directamente sus esquejes ellos mismos. Rudolph Hass continuó trabajando como cartero hasta que murió de un ataque al corazón meses después de cumplir sesenta años.