Índia, 1998.
En el tren
apareció haciéndose un espacio
entre vendedores ambulantes
y el sudor de la gente.
Arrastrándose por el suelo,
un joven mendigo
vestido con harapos
y piedras en la mano,
castañuelas musicales
de supervivencia.
Taca tá, taca tá, tiqui ti, tiqui ti
No le di nada
por vergüenza.
Él me dio una imagen,
una lección para el recuerdo:
la generosidad del mendigo.
#RegEye @jlregojo