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lunes, 1 de abril de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 22.- Memoria y olvido


 

Abril 2024. Nro. 22

 

«Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador» Proverbio africano


Sentado entre dos dragos, dosel natural donde los haya. Bajo un cielo azulado, nacido de la madre África, dejo morir el tiempo supuestamente inútil, ese que no existe. Ese que es lo que te pasa cuando a uno ya no le pasa nada. Una monotonía que, como diría Manuel Vicent, hace que los días resbalen sobre la vida a una velocidad increíble sin dejar una huella.


No soy un misántropo, pero me gusta estar solo frente al océano de Candelaria. Es una forma de compartir lo bueno que tiene la soledad y los recuerdos, gracias a la memoria. Este océano es un amigo que me incita y despierta, sufre y se alegra conmigo. Me anima a vivir con ganas un día más, aunque nada espere de él. Me ofrece lo mejor que me puede dar: cambios imprevistos en la rutina diaria para que no me someta a una vida anodina a través de sueños imposibles y deseos inconfesables. 


Sobre mí, vuelan en círculo unas gaviotas en un baile vertiginoso, tan desenfrenado como los años de vida. Me saludan a su paso, y se olvidan, como debe ser. A diferencia, creo, del instante de la muerte, que es puntual y nunca se olvida. Se acerca sin saludar, solo para despedirse. 


Noto que llega el momento de desperezarse y meterse en el mundo tangible. Ahí, la memoria no se rinde, siempre está presente, forma parte de mi día a día, en una lucha permanente contra el olvido para conseguir ordenar sus nostalgias. Lo cierto es que muchas veces me traiciona, porque reinventa la realidad. La memoria, ese bien preciado y peligroso para algunos, porque invoca y evoca. Invoca para pedir protección y evoca aquello recordado.


Sin embargo, del olvido nadie se acuerda, a pesar de ser la tecla que nos ayuda a vaciar nuestra memoria interna para poder seguir recordando. Sería imposible vivir rememorando cada detalle. El olvido es la condición para recordar, es una de las dos caras de la misma moneda, no puede existir sin la memoria. De ahí que el vértigo de nuestro pasado, como recuerda Benedetti, nos sitúa entre la memoria y el olvido.


De todas formas, escondida en el fondo del olvido, hay una memoria que no recuerda, la de los vencedores frente a los vencidos, que solo avala el resultado vencedor. Por eso, aunque la historia esté llena de vacíos olvidados que la memoria nunca olvidará, siempre recordaremos y nunca olvidaremos el vacío ignorado e impuesto al pueblo palestino. Rostros cuyos nombres no se desgastarán.


Silencio sonoro, soledad poblada.


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jueves, 7 de marzo de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 21.- La femineidad de Candelaria, una fuerza invisible






Marzo 2024. Nro. 21

Artículo publicado en el libro 'El canto de la alpispa' editado por Tamasma Cultural en junio de 2023.


El mes de marzo es un mes que se caracteriza porque muchos medios de comunicación recuerdan el número creciente de Asociaciones de Mujeres de toda índole. También se hace mención a la brecha salarial existente, según la cual, las mujeres trabajan siete días gratis al año (Fuente: el estudio “Yo trabajo gratis” elaborado por el sindicato UGT). Por otro lado, se pone énfasis en la lacra, aún existente, de la violencia de género, que Candelaria intenta paliar a través del SIAM Candelaria.

Desde aquí, por el contrario, vamos a hacer un pequeño viaje en el tiempo para retroceder a la época previa a la conquista castellana de 1496, el periodo de los antiguos aborígenes de Tenerife, los guanches, sociedad patriarcal gobernada por hombres. En aquel entonces, la mujer guanche, y no nos referimos a Guacimara, hija del mencey de Anaga, siempre que su existencia no fuera una invención de Antonio de Viana en su poema épico Antigüedades de las Islas Afortunadas, publicado en 1604. Nos referimos a la mujer guanche que asistía a los heridos o trasladaba a los muertos a las cuevas, la que pescaba y mariscaba junto a los hombres, la que participaba en las tareas agrícolas que, mientras el varón roturaba el terreno con palos o cuernos de cabra, ella sembraba y recogía la cosecha. Siempre, sin olvidar su función de reproducción, cuidado y perpetuación de la familia como madre.

La figura femenina también fue importante en las creencias, ya que coincidió con la evangelización. Con la llegada de los frailes, apareció la imagen original gótica de la virgen de Candelaria; talla, probablemente hallada por los guanches, dando lugar a un culto en el que se la identificó como una diosa aborigen, ​​Chaxiraxi. De ahí que sea venerada desde un ámbito religioso y otro laico.

En nuestro viaje por el tiempo, llegamos a la actualidad. La energía que se respira en Candelaria sorprende al visitante; emana una fuerza invisible que es femenina. Candelaria es LA CAPITAL municipal, es LA VILLA de LA PROVINCIA de Santa Cruz de Tenerife, en LA ISLA de Tenerife. Es sede de LA VIRGEN de Candelaria o Chaxiraxi, PATRONA de Canarias o LA MADRE del Sol, de ahí que Candelaria también sea conocida como la Villa Mariana. Población que une LAS CULTURAS guanche y castellana en torno a su imagen.

Candelaria, hoy en día, es una ciudad con más mujeres que hombres entre sus habitantes. A 1 de enero de 2020, de los 28.383 habitantes empadronados, 13.774 eran hombres y 14.609 mujeres. A riesgo de dejarnos nombres en el tintero, vamos a arriesgarnos a citar algunos de mujeres candelarieras ilustres, ya sea por nacimiento o por adopción*:

ANA NARCISA MARRERO DE TORRES (Barranco Hondo 1783-1849). Partera.


ISABEL ALBERTOS ROMERO (Barranco Hondo 1828 – Santa Cruz de Tenerife). Mujer trabajadora, romancera y personaje popular de Santa Cruz.


FRANCISCA SAAVEDRA MEDINA (Arrecife 1880 – Santa Cruz de Tenerife). Maestra nacional de Candelaria.


INOCENCIA CÁNDIDA TEJERA SOSA (Candelaria, 1897-1987). “Candita”, la última alfarera de Candelaria.


MARINA MALLORQUÍN MARRERO (Araya). Partera.


JOSEFINA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ (Candelaria 1908 – Santa Cruz de Tenerife 1936). Cantante folclórica y actriz.


ANTONIA TEJERA REYES (Candelaria 1908 – Santa Cruz de Tenerife 1983). La “Iluminada de Candelaria”, famosa por sus poderes paranormales.


ELOÍNA PESTANO MARTÍN (Barranco Hondo 1913-2000). Jornalera, gangochera, ventera, promotora de un salón de baile y un terrero de lucha canaria, cocinera, curandera, amortajadora y partera.


CARMEN ÁLVAREZ DE LA ROSA (La Laguna, 1917-2003). Maestra de Barranco Hondo.


ADELINA PEÑA RAMOS (Barranco Hondo 1921 – Santa Cruz de Tenerife 1993). Maestra nacional.


MARÍA MÉRIDA (1925-2022). Cantante de folclore canario.


MARÍA TOLEDO TORRES (San Miguel de Abona 1925-2001). “Maruca”, la primera mujer taxista de Canarias y segunda de España.


SOR MARÍA CANDELARIA TORRES RAMOS (Araya 1926 – La Laguna 1977). Religiosa dominica misionera de la Sagrada Familia.


ROSAURA MARRERO FARIÑA (Candelaria 1929-2011). Vendedora de pescado, medianera de fincas de tomates y plátanos y empleada de hogar, entre muchas otras cosas. Premio “Trabajo de toda una vida” en el año 2010, por la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Tenerife. (Amed).


SOR CARMEN GONZÁLEZ DELGADO (Barranco Hondo 1931 – Pozuelo de Alarcón 2007). Religiosa Hija de la Caridad, auxiliar de clínica y Hermana Honoraria de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte.


MARISOL MARRERO HIGUERA (Candelaria 1946). Escritora, residente en Venezuela.


MARI BRITO (Igueste de Candelaria 1977). Alcaldesa de Candelaria desde 2015 hasta la actualidad.

El colofón, a esta breve y rápida visión de la fuerza invisible que se hace visible en Candelaria, lo encontramos en la plaza de Los Pescadores. Ahí podemos observar un conjunto escultórico en reconocimiento y homenaje a las mujeres pescadoras y pescaderas, a las patronas de embarcación, a las mariscadoras y a las jornaleras cuyo trabajo ha sido fundamental en los trabajos a bordo de embarcaciones y en los diversos procesos que comportan los productos pesqueros del municipio.

Webgrafía



* Un agradecimiento especial a Octavio Rodríguez y Toñi Alonso por su ayuda y conocimientos compartidos en sus respectivos blogs:



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viernes, 1 de marzo de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 20.- La revolución de las pardelas cenicientas





Marzo 2024. Nro. 20

«No es que tengamos esperanza, sino que la albergamos» John Berger.



Oigo en la televisión canaria a un político afirmar: «Los canarios no buscamos conflicto, ya nos va bien convivir así. Y a los turistas, también les gusta nuestra forma de ser».

No todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación, pero la prostituta polícía política de los medios de comunicación tortura a las palabras hasta su rendición para hacerles decir lo que no quieren: democracia, libertad, justicia, igualdad, pacífico, … Todo en aras de la globalización, la convivencia y la libertad de información.

Con nocturnidad, las pardelas acompañan con sus gorjeos a unas mujeres canarias que se han rebelado contra sus depredadores porque, se repiten entre ellas, los sueños forman parte de su vida. En ellos, luchan y vencen, se sublevan, hostigan, insubordinan, se alzan, amotinan, preguntan y opinan. Un grupo que se hace llamar las pardelas cenicientas.


Son silenciosas en mar abierto, pero hablan con el lenguaje nocturno de la desobediencia entre ellas, el único lenguaje que permite contar y defender algunas verdades. Uno que no predice lo que va a hacer a continuación. Palabras con silenciosas intenciones finales que se extienden como la pólvora y llegan hasta el corazón en busca de un conflicto que saben que es el camino hacia la insumisión.

Los depredadores lo saben, y están nerviosos.





jueves, 1 de febrero de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 19.- Duelo en el océano: un monólogo de muerte sin fin

 




Febrero 2024. Nro. 19

Siempre he sospechado que el amor, como la soledad o la amistad, están sobrevaloradas. Como el hecho de ir vestido con traje, o tener una carrera universitaria. No son más que excusas para no reconocer la poca importancia de nuestras vidas. De hecho, las cosas más decisivas de la vida suelen acontecer de un modo accidental.

En esto estaba yo reflexionando, cuando me topé con el indigente de Candelaria. Estaba, como era costumbre en él, tumbado al sol sobre un banco con un ligero babeo que le daba un aspecto bastante repugnante. Lo miré con detenimiento y recorrí mentalmente las historias que me habían contado de él, un conocido mecánico de la población. ¡Cómo se escapa el tiempo!, pensé. Algunos lo celebran a base de cumpleaños, otros, emborrachándose para olvidar.

Esta escena me obligó a retroceder en el tiempo. Cuando era otro y no imaginaba lo que he acabado siendo, un trozo de madera flotando en un mar caprichoso. En cambio, el que no fui se fue como si nada, sin avisar.

Di la vuelta, la soledad me llamaba. Me acompaña desde el día en que nací. Es la única que nunca me abandona, la que siempre regresa. Me senté sobre unas rocas del espigón y miré al océano. Tenía un semblante triste, no sabría explicar por qué lo sabía, lo intuía.

Atardecía, era el momento del crepúsculo, instante en que esos dos amantes, la Noche y el Día, intentan ser uno, pero solo consiguen rozarse sin alcanzar una unión plena. De ahí que el cielo sangre, herido, ante esa perpetua orden de alejamiento que sufre.

Era difícil escaparse de la mirada escrutadora del océano, testigo de la violencia que asfixia nuestra existencia. El oleaje venía muerto y seguía sin saber el motivo, aunque lo sospechaba. La desconfianza y el resentimiento están llenando el mundo de oscuridad. De repente, vi algo que flotaba, parecía un trozo de tela sin importancia que se acercaba, la poca luz que quedaba no me permitía distinguir qué era. Me agaché y con un palo lo acerqué hasta la orilla. Lo que encontré confirmó el duelo en el que vivía el océano: una kufiya, el típico pañuelo palestino, símbolo de lucha y resistencia de un pueblo que está siendo asesinado con total impunidad y la aquiescencia de nuestra clase política.



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lunes, 1 de enero de 2024

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 18.- Mientras los versos se arrinconan en el olvido

 


Enero 2024. Nro. 18

«El tiempo que fue sigue latiendo, vivo, dentro del tiempo que es»
Eduardo Galeano (1998)


Mientras los versos se arrinconan en el olvido y cantan las tempestades bajo negros cielos saturados de sombras, las alpispas, pájaros vivarachos y avispados canarios, siguen desobedeciendo. Se posan, sin permiso, en las no-ramas desnudas de un drago que se mantiene fijo y erguido interrumpiendo mi visión del macizo de Anaga.

Al volar, su trino desobediente apaga el eco perpetuo de la estupidez transmitida por los medios de comunicación que nos rodean. La suya es una desobediencia que las hace ignorantes del infierno, invento de los ricos para que los pobres (tú y yo) no pensemos en las desgracias presentes. Una desobediencia que está oculta en el aire que respiramos; y solo hay que aspirar.

De repente, una de las alpispas, la que no destaca ni por su colorido ni por su canto, se acerca a mí y me toma de la mano. Una calidez inexplicable se abre paso entre mis dedos, remonta por las venas y noto el tacto mudo de nuestra piel. Aspiro y empiezo a desobedecer: la detonación de la soledad.

Por suerte, tal como dijo Benedetti, mi soledad inventa, es imaginativa. Por ese motivo, un mundo diferente todavía es posible. 



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lunes, 4 de diciembre de 2023

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 17.- Y llegó la Navidad


Diciembre 2023. Nro. 17

Sentarme frente al océano de Candelaria se ha convertido en una rutina, una bella rutina que me ayuda a despensar la realidad. Mientras reflexionábamos, el océano y yo, cuánto nos queda aún por descubrir, nos miramos a los ojos. Empezó a soplar una brisa ligera
. Yo me puse a soñar, de insomnio en insomnio, lo que se sueña cuando la calima del desierto nos ciega la conciencia. Momento en el que soy la mitad de mí mismo.

«Estamos en invierno», pensé. La ausencia de frío había hecho disminuir la rigidez y dolor matinal de los dedos de mis manos, que era habitual en la península. El sol ausente se filtraba entre mis pestañas, mientras yo masticaba silencios en el aire. En un determinado instante, en cuanto el astro rey vislumbró mi desamparada sombra, se detuvo y me dejó a solas, con mis penas y mis letras, refugiado en la cordura.

Gemidos y recuerdos,

pensamientos impensables,

oscuridad de conciencias,

tierras de espanto,

rincones sin calor.


El viento escupe imágenes violentas

a través del televisor.

Latidos de impotencia,

paquetes de pensamiento,

fábrica de olvidos.


Al menos,

los pájaros cantan,

desobedientes.



Y llegó la Navidad.

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lunes, 6 de noviembre de 2023

Notas desde la Villa de Candelaria (Tenerife). 16.- Rutina de otoño

 


Noviembre 2023. Nro. 16


El océano de Candelaria en otoño, rumiando en las playas y canturreando en el muelle, adormece a las barcas. Está lleno de modorra hasta la línea del horizonte.


Es lunes, el puerto huele a lejía, petróleo y desinfectante. La brisa está aún lejana, como la lluvia. Desde el balcón, distingo a una mujer que camina cansinamente a lo largo del muelle entre barcas de color azul, de madera podrida y esponjosa, postes para colgar redes desgastadas, cestas de pesca y bidones vacíos de gasoil. Mientras ella avanza hasta la punta del espigón, yo voy sorteando las copas de las palmeras de la playa que se interponen en mi visión. No es joven, tampoco vieja. Se nota por la vacilación, lentitud y cadencia de sus andares. Me gustaría ver su cara, sus ojos.


Allí está él, junto a un cesto con aparejos de pesca y anzuelos, escondido tras unas volutas de humo. Detrás, la imagen de una isla opaca y polvorienta, que no se decide a mostrarse. Ella se le acerca, él se encoge de hombros y agarra la bolsa que le deja, la inspecciona. Creo que son castañas. Se ríen. De repente, la caña se mueve, tira de ella y un pececillo brilla en el aire. Ella se aparta observando la lucha agónica de quien busca con desespero aire fuera del aire, en el agua, y le da un puntapié devolviéndole a su hábitat natural. Él alza los brazos en señal de protesta, ella se gira y, con una sonrisa en los labios, deshace el camino andado.


Viendo la escena, recuerdo la frase de Pepe Mujica cuando dijo que los «derrotados son sólo aquellos que bajan los brazos y se entregan». Ahora, satisfecho, solo noto mi propio sudor otoñal recorriendo mi cuerpo.