@jlregojo

Mi foto
@jlregojo (Twitter/Instagram) - https://www.facebook.com/joseluis.regojo (FACEBOOK)

sábado, 1 de junio de 2024

La Libertad

                                            A Patricia Tschorné, una chilena universal. 
                                            Cuídate y nos vemos al otro lado. (26 mayo 2024)
                                                                            






El pueblo guanche era un pueblo de pastores, pacífico, amante de la libertad, en minúscula y sin cursiva, y enemigo de la injusticia y la crueldad. Su afán por ser libres era tal, que la conquista duró casi un siglo y sus jefes prefirieron morir antes que someterse a los conquistadores castellanos.

    Hoy, teniendo en cuenta los bravos orígenes del pueblo canario, me siento como perdido, “como jadeante, sin jadeo”, que diría Benedetti, después de volver de un centro comercial al que me han llevado: La Libertad.

    Las personas que no sepan de qué les hablo me dirán que la Libertad es ¨la capacidad humana de actuar por voluntad propia, sin que se le imponga la dirección o manera de tomar y ejercer sus decisiones¨. Pero yo, hoy, voy a empezar hablando de otro tipo de Libertad, la que tenemos en La Laguna (Tenerife): el centro comercial La Libertad. ¡Qué bonito!, ¿verdad? Así, con mayúsculas.

    La Libertad es el centro comercial que se encuentra frente el macrocentro comercial Alcampo e Ikea, al lado del Decathlon. Un pequeño gran triángulo de Libertad de desaforado consumismo, atravesado por una autopista.

© Concha Catalán

    Libertad es una palabra inmensa, universal, enorme. Un término que sirve para todo y para todos, porque cuando uno sale del colegio o acaba de trabajar, retoma su Libertad, ya que no tiene que seguir aguantando al profesor o al jefe. Por otro lado, infinidad de países, por ejemplo, entran en guerra para defender la Libertad, cosechando decenas de miles de muertos por ambos lados: víctimas que no han tenido libertad, en minúscula y sin cursiva, para elegir si querían o no matar a sus vecinos.

    A propósito de esto, también algunos hombres someten a ¨sus¨ mujeres porque no saben hacer uso de su Libertad (la de ellas, por supuesto -nótese la ironía-). ¡Cuántas mujeres no han sido tachadas de locas y enviadas a hospitales psiquiátricos! Su delito: querer tener su libertad, con minúscula y sin cursiva. Ahí tienen, por ejemplo, el hospital psiquiátrico Libertad en Ciudad Juárez, ciudad donde, según Amnistía Internacional, se han asesinado 20.292 mujeres entre 2018 y el mes de mayo de 2023.

    La Libertad siempre va acompañada de alguna prohibición, para que pueda liberarse por completo. Por ejemplo, está prohibido robar poco, porque, si robas mucho o muchísimo, siempre habrá algún indulto. Véase el ejemplo de la Caja Libertad de México, sospechosa de lavado de dinero y operaciones de procedencia ilícita.

    Otro gran enemigo de la Libertad es el pensamiento libre. De ahí la existencia de presos políticos y de presos de conciencia. En la Uruguay de la dictadura de 1973-1985, por poner un ejemplo, cerca de 3.000 hombres y mujeres, presos políticos, fueron torturados y represaliados en el Penal de Libertad. Los dirigentes de aquella Uruguay del siglo pasado pensaban como muchos dirigentes actuales en multitud de países, en los que solo se es libre de pensar lo que piensa el gobierno, de lo contrario, está prohibido. Como en las redes sociales, en las cuales puedes publicar libremente, si te atienes a la Libertad de Musk o Zuckerberg.

    Las religiones también nos imponen sus creencias en aras de la Libertad. Por ejemplo, la Libertad sexual existe, siempre que acate la moral de la religión mayoritaria, aunque esa moral atente contra la libertad, en minúscula y sin cursiva, de la minoría, porque, precisamente por eso, es menos importante y se puede prohibir en aras de la Libertad.

    Otro personaje político que se llena la boca con la Libertad es Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Me remito a sus definiciones, sin comentarios añadidos: “Libertad es poder pedir una aceituna en mitad de un concierto”, “No conozco un sitio donde la Libertad se haya abierto camino después de cerrarse una plaza de toros, al contrario, lo que viene después de eso es sequía y el control político”, “Libertad es no encontrarte con tu ex”, “Libertad es poder ir un rato a ver una película o a tomarse algo”, “Libertad es comprar donde quieras y cuando quieras”...

    Amigo lector, querida lectora, la Libertad es una gran bandera política en la que caben todos y todo, una palabra enorme, tan enorme que te permite, una vez hayas salido del Penal de Libertad o del psiquiátrico Libertad, entrar en el centro comercial La Libertad, tras haber sacado tus ahorros de la Caja Libertad, y comprar con Libertad todo lo que quieras, consumir con Libertad hasta la saciedad, además de usar tu Libertad para empeñarte más y más.   

    Todo eso, también habrían podido disfrutar 7.291 ancianos de las residencias de Madrid, de no haber cometido la indelicadeza de haber muerto, mientras su presidenta gozaba de la Libertad de tomarse una caña en plena pandemia.

    Por mi parte, a pesar de que está de moda vivir en este mundo de plástico lleno de Libertad, prefiero uno de barro con libertad, así en minúscula y sin cursiva, tal como me enseñó mi querida amiga y compañera Patricia, a cuya memoria dedico este artículo.